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lunes, 27 de febrero de 2012

La ofensa sin razón

En forma poco frecuente, me dedico a escribir cartas "para mis hijos", que en realidad, son para padres de hijos adultos, que en unos treinta o treinta y cinco años revivirán historias similares,  o quizás peores.
En el mundo  veloz donde nada se detiene por nada, los cambios son cada día mas raudos, y nos sorprenden, con actitudes de personas, que parecen incomprensibles, si tomamos en consideración, que les dimos a esas PERSONAS,  lo mejor que teníamos.
Y esta carta viene con un cuento, corto y tonto, por que se inspira en el desasosiego, en una  profunda tristeza, en una anecdota del desamor, tan estúpida como sin sentido.
El  OFENSOR,  OFENDIDO.
Cuando haz dado pruebas irrefutables de cariño, de esfuerzo,  de querer y querer respetar el interés de tus hijos, cuando tragaste vidrio picado, para evitar, en más de un encontronazo,  que podías  evitarles un dolor,  te sientes a salvo de agresiones gratuitas,  y de pronto, en una relación lejana, en distancias dobles, en kilómetros  y con poco tiempo, para que siendo ya mayor  no te falte un poco más de atención y cariño, y que en general, el que más necesita, es el que más da . . .
Esperando siempre el milagro de verlos una vez más antes de la partida, y teniendo claro que esos casi,  2000 kilómetros que los separa, no podemos transitarlos por nosotros mismos, te queda la esperanza, de que vengan ellos.
Y a tu paso cada vez mas corto y lento, le pasan las horas de vida, mas cortas y rápidas, anunciando una eterna noche que llegará muy pronto,  y que no tiene amaneceres.
Y de pronto,  entre esperas largas, y esperanzas cortas,  con mas potencia que en Hiroshima o   Chernóbil,  estalla tu mundo idílico,  y lo añorado y lejano, se convirtió en cercano y helado, una mano de acero te estruja el corazón, y un simple comentario que se escapa, corre los velos, y te ofrece una realidad, que rompe todos tus sueños y esperanzas, te trae a una realidad, que casi advertida, te negabas a reconocer, aceptarla es morir , morir un poco. . . 
Y ¿cual es la diferencia? 
Morir un poco. . . o morir del todo.
Y como te pueden acusar de mucho, pero no de débil,  lo  aconsejado es la eutanasia,  y el honor del Samuray, exige el suicidio ritual, 
¿ y por que no? Si tu dolor es a morir, que más da una muerte que la otra,  morir en vida es casi tan malo como matar el cuerpo, desechar el alma.  
Y la carta anterior, fue mi muerte por anticipado. 
Que lloren estúpidamente, frente a un cadáver, es tan horrendo, como desechar un vivo.
Si pudieron estár  a menos de treinta kilómetros de mi casa, y en un caso a treinta cuadras, y no pudieron llamar  a un teléfono,  por que no digo, llegar con un abrazo, digo solo llamar por teléfono, ¿no se te ocurre morirte de dolor , de tristeza, de vergüenza?  por un castigo  inmerecido y cruento. 
Solo Pedro pudo negar a Jesús tres veces,  en un solo día, y ser perdonado. . . Yo,  miserable ser humano, no sé perdonar de igual manera, y les dejo una tumba vacía donde no tener que poner una flor, y mucho menos una lágrima, que tiene el sabor de las de Judas, por las treinta monedas , digo . . .  
Para ser cruel, hay que ser cruel de verdad, las medias tintas, son ambiguas, 
si no ofendes, 
si no atacas, 
si amas, el daño que te infieren, 
no es por venganza. 
Y gratuitamente ¿cual es el motivo 
de negar a Jesús? 
¿El temor? , no lo hay , ¿ el rencor? 
Sin por que,  
La sombra de alguien . . . 
¿Se puede vender el alma, los sentimientos ...a un factor económico?
Son solo,  las treinta monedas. . . y Judas se ahorcó aún con las monedas.

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